POR QUÉ FRACASAN LOS PAÍSES
Obra de Daron Acemoglu y James A. Robinson
En su obra, Daron Acemoglu y James A. Robinson tratan de dar respuesta a una de las preguntas más repetidas sobre la economía y la política mundial y es la razón por la que, mientras algunos países prosperan, otros fracasan. Obtendrán una conclusión a la cuestión a través de la economía institucional, estudio económico que se centra en la comprensión del papel del proceso evolutivo y el papel de las instituciones sociales en la formación del comportamiento económico. Dicha teoría se sustenta en la existencia de instituciones extractivas e inclusivas y en la presencia de unas u otras en los países que mostrarán crecimiento y los que no.
Los autores logran explicar una teoría que podría ser difícil de comprender mediante una obra que, además de mantener el hilo y al lector atento y deleitado, ofrece una larga lista de ejemplos tanto cercanos como lejanos a la actualidad con los que poder relacionar dicho pensamiento. Su fácil comprensión, acompañada de su lenguaje ciudadano, convierte Por qué fracasan los países en un libro accesible para el público.
Tras esta breve introducción se relatará un resumen acerca del contenido del libro y la teoría de ambos economistas, haciendo hincapié en el uso de ciertos ejemplos que clarificarán aún más su pensamiento.
En el epígrafe posterior, se argumentará la idea de los autores rebatiendo el pensamiento del sociólogo Max Weber y apoyándose en teorías como la “ley de hierro de la oligarquía” de Robert Michels.
Por último se incluirán unas conclusiones en las que se recogerá nueva y resumidamente el contenido del ensayo y las aportaciones de los autores.
La economía institucional
El institucionalismo económico es una corriente de pensamiento cuyo nacimiento puede situarse hacia fines del siglo XIX, a partir de la publicación de la obra The Theory of the Leisure Class por parte de Thorstein Veblen y A Sociological View of Sovereignty de John R. Commons.
Esta teoría, la cual se respalda en la relevancia del papel de las instituciones con respecto al crecimiento económico, será el pilar fundamental de la obra de James A. Robinson y Daron Acemoglu. Se diferencia entre la existencia de las instituciones inclusivas y las extractivas.
Las primeras, como las de Corea del Sur o EE UU, posibilitan y fomentan la participación de las personas en actividades económicas que aprovechan su talento y sus habilidades. Para ser inclusivas, las instituciones económicas deben ofrecer seguridad de la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial y servicios públicos. Las personas pueden realizar intercambios y firmar contratos, se permite la entrada de nuevas empresas y cada persona elige a qué se quiere dedicar. Fomentan la actividad económica, el aumento de la productividad y la prosperidad económica. Además, las instituciones económicas inclusivas allanan el camino para la tecnología y la educación.
Contrariamente, las instituciones extractivas tienen como objetivo extraer rentas y riqueza de un subconjunto de la sociedad para beneficiar a un subconjunto distinto.Se da en sitios como Corea del Norte o la América Latina colonial. La población está sujeta a la coacción de masas. Las instituciones extractivas se convierten en impedimentos para el desarrollo económico. Aunque pueden producir cierto crecimiento temporal, este no se mantendrá al paso del tiempo. Esto se debe a que, a pesar de que las élites pueden designar temporalmente los recursos hacia actividades productivas bajo su control, el crecimiento no será sostenible. En el momento en el que la economía se contraiga, el crecimiento se verá frenado y el país sufrirá tanto una crisis política como económica.
“Cuando el Estado no logra prácticamente ninguna centralización política, la sociedad, tarde o temprano, llega al caos“
El desarrollo económico sostenido casi siempre va acompañado de mejoras tecnológicas que permiten que las personas, las tierras y el capital existente pasen a ser más productivos
La educación y las habilidades de los trabajadores son lo que genera el conocimiento científico sobre el que se construye nuestro progreso y lo que permite la adaptación a las tecnologías en varias líneas de negocio. El bajo nivel educativo de los países pobres se debe a las instituciones económicas que no logran crear incentivos para que los padres eduquen a sus hijos, y a las instituciones políticas que no inducen al gobierno a financiar, no consiguiendo así movilizar su talento incipiente.
Es por esto que el crecimiento y el desarrollo prolongados en el tiempo de los países vendrá de la mano de las instituciones inclusivas. Sin embargo, acompañando a estas también se encontraría la destrucción creativa, es decir, se sustituye “lo viejo por lo nuevo”. Ejemplos considerados países con instituciones inclusivas por los autores serían Japón, Estados Unidos o los países occidentales europeos, donde las ideas y las nuevas prácticas son libres de florecer y ser desarrolladas.
Por el contrario, China o Rusia, es decir, países con instituciones extractivas, protegen sus fronteras de la innovación mediante la burocracia o artificios como elevados impuestos, ya que la destrucción creativa pondría en una situación de riesgo al status quo de la élite al poder. Además, impiden la formación de asociaciones cívicas y dejan escaso margen para que la ciudadanía opine sobre la gestión del país.
Para respaldar que el futuro de los países viene determinado por la organización de la sociedad, los autores llevan a cabo un análisis histórico desde las épocas coloniales. Presentan que el hecho de que América Latina sea más pobre que Estados Unidos se debería a que la escasez de recursos en norteamérica obligó a los colonizadores a establecer un sistema de incentivos con el que motivar el trabajo de los colonos mediante el establecimiento de instituciones inclusivas, a diferencia de las extractivas impuestas en América Latina gracias al oro y al sometimiento a la esclavitud de los pueblos.
¿Por qué se mantienen unas u otras instituciones?
Un círculo vicioso es creado en el que las instituciones políticas extractivas conducen a instituciones económicas extractivas que enriquecen a unos cuantos a costa de la mayoría. Por lo tanto, quienes se benefician de instituciones extractivas tienen los recursos para crear mercenarios, ejércitos y comprar jueces. También están sumamente interesados en defender el sistema. Por consiguiente, las instituciones económicas extractivas crean la plataforma para que persistan las instituciones políticas extractivas. Las instituciones políticas extractivas no proporcionan control contra los abusos de poder, por lo que crean incentivos para las luchas internas por el control del poder y sus beneficios.
En el caso de las instituciones inclusivas perduran gracias al círculo virtuoso, un proceso potente de retroalimentación positiva que protege a estas instituciones frente a los intentos de socavarlas. El círculo virtuoso surge no solamente por la lógica inherente del pluralismo y el Estado de derecho, sino también porque las instituciones políticas inclusivas tienden a apoyar a las instituciones económicas inclusivas. De esta forma, se tiende también a una distribución más igualitaria de la renta, lo que confiere poder a un segmento más amplio de la sociedad y hace que las reglas del juego sean más equitativas. Esta situación limita lo que se puede lograr usurpando el poder político y reduce los incentivos para recrear instituciones extractivas.
El círculo virtuoso nos esclarece el motivo por el que las reformas llevadas a cabo en países como Estados Unidos o Inglaterra son irreversibles al tratarse de estados donde los ciudadanos han ido ganando cada vez más derechos y donde las élites conocen el riesgo de cambiar el sistema con respecto a su poder.
Coyunturas críticas: la Revolución Industrial
El papel de las coyunturas críticas es importante en el desarrollo de los países ya que hay circunstancias casuales que permiten redireccionar el cauce de los hechos.
A mediados del siglo XVIII, ya existían diferencias notables entre las instituciones políticas y económicas de todo el mundo. Las instituciones políticas inglesas se dirigían a un pluralismo mucho mayor en 1688, en comparación con Francia y España, pero en 1588, las diferencias eran prácticamente inexistentes. Los 3 países estaban gobernados por monarcas relativamente absolutistas y luchaban contra asambleas de ciudadanos que demandaban más derechos y control sobre la monarquía. En Inglaterra, Isabel I era mucho menos independiente desde el punto de vista financiero, así que tenía que pedir al Parlamento que recaudara más impuestos. A cambio, el Parlamento exigía concesiones y restricciones al derecho de Isabel I a crear monopolios. Por el contrario, en España por ejemplo, el comercio fue monopolizado por la monarquía. Isabel I y sus sucesores no podían monopolizar el comercio con América, pero sí lo hicieron otros monarcas europeos. Los comerciantes ingleses no aceptaban el control real y exigían cambios en las instituciones. En Inglaterra era mucho más probable que los que se oponían al absolutismo triunfaran, porque eran relativamente ricos y más numerosos que los contrarios al absolutismo en España y Francia. Serían los distintos caminos históricos de las instituciones de los diversos países lo que determinarían el triunfo de la Revolución Industrial o no en cada uno de ellos.
Las raíces de la desigualdad mundial que observamos hoy en día pueden encontrarse en la divergencia entre los países que iban a aprovechar las grandes oportunidades que surgieron a partir de la revolución industrial. Salvo contadas excepciones, los países ricos actuales son aquellos que se embarcaron en el proceso de industrialización y cambio tecnológico que empezó en el siglo XIX, y los pobres, los que lo hicieron.
A pesar de este ejemplo, no se debe presuponer que cualquier coyuntura crítica conducirá a una revolución política de éxito o a un cambio para mejor. La historia está llena de ejemplos de revoluciones y movimientos radicales que sustituyen una tiranía por otra. Las coyunturas críticas también pueden dar como resultado un gran cambio hacia instituciones extractivas, en lugar de provocar el alejamiento de ellas o las instituciones inclusivas pueden hacerse gradualmente más extractivas debido a los retos que surgen durante las coyunturas críticas.
Aportaciones
Teorías que fallan
Es evidente que la principal aportación de los autores en su escrito es mostrar y defender su posición a favor de la economía institucional y lograr de esta forma desmentir diferentes teorías.
A lo largo de uno de sus capítulos, Robinson y Acemoglu refutan la hipótesis geográfica, la de la cultura y la de la ignorancia, todas a partir del ejemplo de Nogales, una ciudad dividida por la frontera entre Estados Unidos (Arizona) y México (Sonora), y la gran brecha entre la prosperidad de la parte norte y la pobreza presente en el sur. No sería la inexistente diferencia en cuanto al clima, ni la geografía, ni las enfermedades entre ambas partes de Nogales lo que habría determinado el éxito y el fracaso de cada una de las partes. Tampoco sería el hecho de que a pesar de que los aspectos generales de la cultura son los mismos para ambas partes, algunas diferencias existentes no son la causa sino el resultado de dos caminos de desarrollo divergentes, ya que los mexicanos afirman confiar menos en los demás de lo que lo hacen los estadounidenses, algo no extraño ya que el gobierno mexicano no puede eliminar los cárteles ni proporcionar un sistema legal imparcial. Paralelamente se demostraría que la hipótesis de la ignorancia, la cual afirma que la desigualdad mundial existe porque nosotros o nuestros gobernantes no sabemos cómo hacer que un país pobre sea rico, no se sustenta ya que si este fuera el problema, los líderes bienintencionados aprenderían rápidamente políticas que aumentasen la renta y el bienestar o deberíamos ser capaces de crear prosperidad proporcionando el asesoramiento adecuado. Pero no fueron las divergencias de conocimiento lo que hizo que México eligiera instituciones económicas que enriquecían a las élites a costa del resto.
“El obstáculo principal para la adopción de políticas que reducirían los fallos del mercado y fomentarían el crecimiento económico no es la ignorancia de los políticos, sino los incentivos y los límites a los que se enfrentan desde las instituciones políticas y económicas de sus sociedades.“
Antagónicos a Max Weber
Otra de las teorías a la que los escritores de Por qué fracasan los países se oponen es a la defendida por el sociólogo Max Weber, quien define el espíritu del capitalismo como aquellos hábitos e ideas que favorecen el comportamiento racional para alcanzar el éxito económico.
Weber estaba convencido de que no era el materialismo
sino la ideología, sobre todo religiosa, el principio fundamental que regía la vida de las personas y los pueblos.
El protestantismo difundió el comportamiento de los conventos, donde los monjes trabajaban para glorificar a Dios. El trabajo era una actividad que no buscaba el enriquecimiento personal ya que no se buscaba una recompensa terrenal. Weber remarcó que los calvinistas no hacían ostentación de sus riquezas, gastándolas en tierras u objetos de lujo y los beneficios los reinvertían continuamente generando así un círculo virtuoso, convirtiendo en pocas generaciones un pequeño negocio familiar en una próspera empresa.
Si bien es cierto que el método de los incentivos (al igual que en los Estados con instituciones inclusivas) crearía crecimiento e impulsaría el desarrollo de los países, no en todas las zonas donde el protestantismo estuvo presente los países se hicieron ricos y en los católicos lo contrario. Este hecho se podría ver en sociedades católicas como Baviera en Alemania o la zona de Bélgica, ejemplos que han crecido incluso más que las zonas protestantes.
Es entonces la base de la teoría del sociólogo, que no es otra cosa que la religión, lo que rechazarían los economistas, quienes se seguirían apoyando en la política y las instituciones como variable definitoria en el destino económico de las sociedades.
Respaldo en la “ley de hierro de la oligarquía”
La “ley de hierro de la oligarquía” hace referencia a un principio inevitable según el cual todas las organizaciones, independientemente de si son democracias o no, caerán en el poder de una minoría que los dominará. Esto se debe que que todas las sociedades presentan tendencias oligárquicas que les harán ser conducidas por una pequeña élite. Los argumentos que sustentarían este pensamiento serían tales como que las mayorías suelen buscar líderes que los guíen, al igual que el crecimiento lleva a la especialización y a la complejidad, lo que atrae simplemente a aquellos lo suficientemente preparados.
Sería este principio el que les serviría a los autores de Por qué fracasan los países para poder comprender mejor el círculo vicioso de las instituciones extractivas y el motivo por el que, aún siendo ineficientes, este tipo de instituciones se siguen prolongando en el tiempo.
Países como Etiopía, Zimbabue, Colombia y Egipto son ejemplos de la existencia y relevancia de la “ley de hierro de la oligarquía”, la cual al final terminaría cambiando una élite por otra en el poder, la cual, en ocasiones, será incluso peor que la inicial.
Conclusiones
Queda evidenciado desde el primer capítulo del libro que el pensamiento de los autores de la razón por la que hay países que protagonizan el éxito, mientras otros se hunden en la miseria es la política y la economía, y por lo tanto el tipo de instituciones que rigen un país.
Si bien es cierto que el pensamiento de los autores es lógico y plausible, aún quedan lagunas en su teoría. La desigualdad mundial se debe a numerosas razones y a pesar de que las instituciones de los países tienen un papel importante en esta, solo son una parte del problema.
Inintencionadamente, los autores tienden en ocasiones al etnocentrismo occidental, es decir, a la mirada del mundo a partir de la experiencia europea occidental, donde las ventajas o beneficios para los europeos y sus descendientes, se buscan a expensas de otras culturas, justificando esta acción con paradigmas o normas éticas que proclaman beneficios universales para todos. Esto se verá reflejado en la defensa por parte de los economistas de que mientras Occidente continuará su crecimiento gracias a las instituciones inclusivas que presenta, países como China, con instituciones extractivas, culminarán en cierto momento en el caos. Sin embargo, estas afirmaciones no se ven respaldadas con los acontecimientos actuales ya que Occidente sufre una crisis en tanto China se encuentra en expansión.
Paralelamente, la descripción e idealización de las instituciones inclusivas es ciertamente lejana a la realidad. Y es que por ejemplo los medios de comunicación en estos estados no son siempre tan libres como se pretende exponer, al igual que hay ciertos grupos que emplean las instituciones en su favor así como los bancos.
Algo que nos revela esta obra y nos permite analizar la realidad con perspectiva es que el pueblo tiene más presencia y poder del que en ocasiones es consciente. La determinación y el deseo de prosperidad, además de la integración de la sociedad en la política ocupan un papel imprescindible para alcanzar el progreso.
Tratando de llegar a una conclusión con la intención del libro, lo que los autores pretenden transmitir es que se debe tratar de lograr una política que actúe como medio de integración y de búsqueda del bien común, en lugar de como mecanismo de dominación de la población.
Bibliografía
ACEMOGLU, Daron y ROBINSON, James A. (2012): Por qué fracasan los países; Editorial DEUSTO
MASERA, Gustavo Alberto; PALMA, Ricardo y CALCAGNO, Diulio Lorenzo: El institucionalismo económico. Identidad de un movimiento disidente (1899-1939)
https://www.scielo.br/j/ecos/a/3mrMv9x5wGTSqsqXH545LkK/?lang=es
ARTOLA, Jorge (2022): Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Daron Acemoglu. James A. Robinson.
WEBER, Max (2008): La ética protestante y el espíritu de capitalismo; Editorial: PROMETEO
https://traficantes.net/libros/la-%C3%A9tica-protestante-y-el-esp%C3%ADritu-del-capitalismo-1
MARTINI, Alice; Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales (GERI) – UAM (2013): Acemoglu, Daron y Robinson, James, Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza
Muy bien realizada la investigación y muy bien explicada.
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